Capitulo 22, 23, 24 y 25

Capitulo XXII:

Le autodeterminación de Phillip no tenía límites y a pesar de todas las cosas que tenía en su contra, quiso llevar esta investigación hasta lo más profundo, aunque no tuviera ni la más remota idea de hasta adonde podría llegar.-
Los días transcurrieron, y el joven policía pasaba constantemente por la puerta de la vieja casona.-
Helena, por orden de su abuela Megan, o tal vez por miedo, casi nunca salía de su casa.-
Una tarde, apenas pasado el mediodía, Phillip Mc Guirre se detuvo por un instante en la reja exterior de la casa, y con preocupación y curiosidad, miró hacia el jardín, repasando lentamente con su mirada por todo el frente de la casona deshabitada.-
Justo en ese instante, una sombra pasó por detrás de una de las ventanas que había quedado entreabierta.-
El accionar del joven fue instantáneo.-
Empujó la vieja y oxidada reja de hierro y corrió hacia el portal de la casa.-
De un fuerte empujón, abrió una de las puertas y entró con su bastón de policía en la mano, listo para repeler cualquier agresión.-
El recuerdo de su encuentro con el viejo jardinero, lo frenó, y desde la misma entrada gritó.-
-¡Hay alguien acá!-
Solo le respondió un profundo silencio.-
Comenzó a caminar lentamente hacia adentro, cuando sintió un leve ruido que provenía desde el sótano.-
Recordando las palabras del viejo jardinero, que en la casa había luz, intentó encender algunas lámparas, pero estaban todas quemadas.-
Solo una, la que se encontraba sobre la escalera que daba al sótano se encendió y su luz, le permitió ver en la penumbra de su interior, que alguien caminaba rápidamente.-
Bajó los escalones, pero la oscuridad era demasiada y no quiso arriesgar nada.-
Volvió sobre sus pasos y salió a la reja.-
Megan, se encontraba barriendo la vereda cuando vio al joven uniformado salir como loco de la casona.-
-¿Pasó algo?- preguntó con el corazón palpitando fuera de lo normal.-
-¡Si, por favor, llame por teléfono a la delegación y pida que vengan refuerzos pero con linternas y en lo posible, armados!- sentenció mientras volvía a entrar con el ánimo de que si había alguien, no pudiera escaparse.-
A los pocos minutos, un auto de la policía, frenó bruscamente en el frente de la casa, los efectivos habían llegaron.-
Eran tres muchachos uniformados, con linternas, y de acuerdo al pedido de la abuela, todos traían armas, algo bastante difícil de ver en el poblado.-
Ya con la luz de las linternas, comenzaron a bajar cautelosamente hacia lo profundo del sótano y revisaron rincón por rincón.-
Nadie había.-
En el piso polvoriento solo se notaban las pisadas de ellos mismos y todas las que habían dejado días atrás.-
No había puertas, ni ventanas ni modo de salir de allí.-
-¡Tal vez fue alguna rata!- disparó como comentario uno de los efectivos.-
Philip lo miró con un gesto de incredulidad y aprobó los dichos moviendo lentamente su cabeza.-
Luego de largo rato, todos comenzaron a retirarse.-
El suceso había quedado atrás, y a nadie le interesaba seguir revolviendo la situación.-
Solo a Phillip, le cosquilleaba todo el cuerpo cuando se daba cuenta de su impotencia para descubrir la verdad.-
Dos días volvieron a transcurrir, cuando llamado por su curiosidad de policía y por la imperiosa necesidad de saber si en el poblado había algún loco peligroso que estuviera suelto, volvió nuevamente a entrar a la casa y a bajar solo hasta el sótano.-
Utilizando la linterna como única luz, volvió a revisar los rincones.-
En ese momento, el chirriar de la puerta de entrada le paralizó el corazón.-
Apagó la linterna, se apoyó contra la pared y sacó su arma, que esta vez, como previniendo la situación, la había llevado consigo.-
En total silencio, escuchó unos pasos débiles llegar hasta la puerta de entrada del sótano.-
Lentamente, fueron bajando los escalones uno a uno, y en el momento que parecía que habían llegado al final, Phillip encendió la linterna y apuntando su arma lista para disparar, vio en el centro del haz de luz, la cara aterrorizada del jardinero.-
-¡Por Dios, usted está loco, o me mata de un tiro o me hace morir de un infarto!- reclamó sobreexcitado el confuso anciano.-
-¡Que hace acá!- preguntó el asombrado policía.-
-¡Lo mismo le pregunto yo, acá abajo, en plena oscuridad y encima armado, usted está más loco que una cabra!- le gritó el jardinero.-
-¡Estoy revisando el lugar de los hechos, y estoy en la oscuridad, porque acá no funciona ninguna luz!- exclamó.-
Entonces, el viejo se acercó a la pared, puso su dedo en el interruptor, y el sótano quedó milagrosamente iluminado.-
La cara de Phillip no salía de su asombro
-¡Pero, usted dijo….!-
-¡Que las luces no prendían porque la lámparas se quemaban y nadie las reponía, bueno, pues ayer las repuse y hoy hay luz en toda la casa, así, que apague la linterna y baje el arma que si se le dispara me muero!- acotó, haciendo una mueca de gracia por lo que había dicho.-
Terminó de hablar, y tan lento como había bajado, fue subiendo.- Se notaba un gran esfuerzo físico producto de la edad.-
El policía aprovechó la luz y siguió recorriendo con su mirada todos los rincones.-
Nada anormal se podía ver, hasta que en un costado, semienterrado en el polvo, se notaba una tenue línea, que recorría transversalmente todos los tablones del piso.-
Se agachó, hundió sus rodillas en el polvo y acercando la cara al piso, sopló muy suavemente.-
El polvillo se removió, y dejó entrever una especie de corte en las tablas.-
Corriendo unas cajas de cartón, continuó el trazado de la línea hasta su final.-
De hecho, estaba absolutamente claro que se trataba de una puerta que seguramente continuaría hacia un piso aún más inferior.-
Buscó a su alrededor algo para hacer palanca y poder levantarla.-
En una de las cajas, un cuchillo muy antiguo y oxidado se prestó para tal fin.-
Insertó la hoja y comenzó a hacer fuerza, pero estaba tan desgastada que se quebró.-
Enderezó su cuerpo mirando si había algo más, cuando se sorprendió al ver parado justo a su lado, el viejo jardinero con un enorme hierro con una de sus puntas muy afiladas.-
-¿Como hizo para bajar sin que lo escuchara?-
-¡Usted estaba haciendo un ruido bárbaro y como me percaté de lo que intentaba hacer, le traje una palanca más grande!- le respondió el viejo.-
El policía frunció el ceño casi demostrando desconfianza y lentamente tomo el hierro entre sus manos.-
-¡Que le pasa!- exclamó el jardinero
-¿Tiene miedo que un viejo como yo le pegue a un policía con un hierro?-
-¡Usted está muy desquiciado amigo mío!- dicho esto, retrocedió dos pasos y con ambas manos le indicó que continúe con el trabajo que quería hacer.-
Phillip lo miró, y sin quitarle la vista de encima, casi de reojo, introdujo la punta afilada del hierro.-
La puerta cedió, abriéndose fácilmente.-
Una escalera que bajaba aún más profundo que el mismo sótano, se perdía en la oscuridad.-
Encendió la linterna y aún así, se le dificultaba ver el final de la misma.-
Se dio cuenta que era un túnel muy profundo y que necesitaría ayuda nuevamente.-
Con mucha desconfianza, le pidió al anciano que de alguna manera avisara al destacamento para que manden gente con linternas, y nuevamente, con armas.-
Luego de un buen rato, llegaron los refuerzos.-
Otra vez los mismos tres policías que esta vez, no dejaron ocultar su asombro cuando vieron la tapa del segundo sótano abierta.-
Phillip miró para atrás de ellos y preguntó
-¿Y el viejo?-
-¿Quién?- contestaron.-
-¡El jardinero, yo lo mandé para que los llamen!-
-¡A nosotros no nos avisó nadie, vinimos porque te estabas tardando y supusimos que estarías acá!- contestaron intrigados.-
Todos giraron sus cabezas tratando de encontrarlo, pero no había nadie.-
-¡Esto es una locura!- dijo el joven casi masticando las palabras.-
Luego, muy suavemente, apoyó un pié en la escalera, que se notaba que era muy antigua y estaba muy gastada.-
Poco a poco, todos comenzaron a descender.-
El lugar era muy profundo, muy frío y en el aire se respiraba un importante olor a humedad.-
El fondo era de tierra, que producto del medio ambiente, casi estaba transformado en barro.-
Uno a uno, hundieron sus pies en la tierra pantanosa y comenzaron a caminar.-
El túnel era alto, estaba cavado a pico y pala, y cada tanto había un rudimentario caballete de madera para evitar desmoronamientos.-
No se veía el final, pero los cuatro hombres, desenfundaron sus armas, y con todas las linternas iluminando, siguieron adelante, sin intuir lo que les esperaba.-

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Capitulo XXIII

Levantando los pies para evitar embarrarse los pantalones, los cuatro hombres uniformados, solo a la luz de las linternas, comenzaron a caminar por el viejo túnel.-
El techo era bastante alto, lo que hacía pensar que quien lo hubiere hecho debería ser una persona de gran contextura física, o tal vez, habría sido cavado por varias personas.-
También, era inusitadamente ancho, por lo que los cuatro caminaban uno al lado del otro, casi sin molestarse.-
En algunos lugares se notaban montículos de tierra y piedras en el piso, producto de ocasionales derrumbes.-
Los caballetes que evitaban un colapso general, se encontraban distribuidos cada dos metros aproximadamente, siendo algunos de tablas de madera muy antiguas y desgastadas y otros, directamente de ramas gruesas de árboles presuntamente de la zona.-
Pero lo que asombraba a los muchachos, era el gran tamaño.-
Más de una hora pasaron caminando sin lograr encontrar un final.-
A pesar del intento de no ensuciarse, los pantalones tenían barro casi hasta las rodillas y el calzado ni se veía de lo sucio que estaba.-
-¡Nos vamos a enfermar!- acotó uno de ellos.-
-¡Mejor, así me quedo en cama unos días, hasta que a todos se les pase esta estupidez de andar buscando fantasmas!- dijo otro en tono sarcástico.-
Al rato, un fuerte olor a podrido comenzó a inundar el ambiente.-
Tanto era, que obligó a los cuatro hombres a sacar sus pañuelos y taparse las cara.-
El olor y la humedad les estaba haciendo lagrimear y las vías respiratorias se les comenzaron a secar.-
-¡Esto es insoportable, acá pasa algo muy raro!-
-¿Hace mucho que no te bañas?- preguntó uno de ellos en tono de broma.-
De pronto, el túnel se transformó en una cámara muy grande.-
El techo había dejado su habitual curvatura para elevarse casi por tres metros encima de ellos y además, estaba absolutamente plano y lleno de agujeros enormes.-
Iluminaron con sus linternas, pero las paredes estaban muy lejos unas de otras, formando un espacio casi cúbico de inmensas dimensiones.-
-¿Qué es esto?- preguntaron asombrados casi al unísono.-
El olor era definitivamente espantoso y llegaron a la conclusión, que emanaba del piso de ese gran salón.-
Entraron en él, y al comenzar a caminar, un crujido extraño se sentía a cada paso.-
Las linternas apuntaron hacia abajo y la sorpresa y el asombro se multiplicó.-
Estaban pisando pedazos de tablas de madera podridas, entremezcladas con huesos de vieja data.-
Todos se miraron entre sí.-
Philip se agachó y tomó un pedazo de hueso.-
-¡Puede ser de algún animal!- dijo tratando de restarle importancia al asunto.-
Justo en ese momento, otro de los uniformados, giró su cuerpo y con la linterna en una mano, enfocó la otra.-
-¡Estoy absolutamente seguro que esto no es un animal!- dijo mirando un cráneo humano que sostenía en su mano izquierda.-
Inmediatamente, las linternas comenzaron a apuntar hacia en piso, descubriendo a cada momento imágenes aterradoras de cuerpos y ataúdes diseminados por todo el piso.-
Algunos de ellos, eran solo huesos desparramados, otros todavía conservaban piel y los pedazos de ropa adheridas a ella, evitaban que se desarmaran, manteniendo el esqueleto en la misma posición en la cual fueron enterrados.-
-¡Estamos justo debajo del cementerio!- acotó Philip.-
-¡Seguramente nadie sabía de la existencia de esta gran cámara y al sepultar los ataúdes, con el tiempo y las lluvias, el fondo de la tierra se abrió haciendo que caigan hasta acá.-
-¡No es posible!- indicó uno de los policías enfocando con la linterna hacia uno de los cajones rotos.-
-¿Por qué?-preguntaron.-
-¡Porque el cuerpo de aquella mujer fue enterrado la semana pasada, yo asistí personalmente a él, y ni el clima ni el tiempo pudieron socavar el piso y romper las maderas que lo contenían!-
-¡Definitivamente acá hay algo más!- dijo Philip llevándose la mano sucia a la cara.-
-¿Notaron algo?- preguntó otro de los muchachos.-
-¡Acá hay cuerpos de bebés, de niñas y de mujeres, pero ninguno es de hombres¡-
-¡No tiene nada que ver, puede ser un cementerio de mujeres, quién sabe!-
-¡No seas idiota en el poblado no existe nada así!-
-¡Además, si miran bien van a notar algo muy raro!- mientras lo decía, se agachaba tomando un esqueleto todavía unido por los restos de la ropa.-
-¡Fíjense bien, a todos los cuerpos que todavía están enteros, se les nota que les han bajado la ropa del lado del hombro derecho!- dicho esto, apuntó al último cadáver, que tenía pocos días de enterrado y estaba exactamente igual.-
-¡La maldición!- exclamó Philip sorprendido.-
-¿Que qué?- respondieron al unísono.-
-¡Nada, es una historia que circula en el pueblo desde hace cientos de años, y parece que alguien se la está tomando muy en serio, tal vez, Hellena tenía razón!-
-¡Explícate!-
-¡La niña dijo que el hombre que la sujetó era enorme, y que no quiso hacerle nada, solo le bajó la ropa en el hombro derecho y le apretó la zona con los dedos!-
-¡Si, si, si, seguramente, un tipo hediondo, enorme y con una nena de nueve años, quería jugar a la enfermera y hacerle masajitos!-
-¡Por favor, además la chica tenía las medias rasgadas y la pollera había quedado en la escalera!-
-¿Para que la quiso desnudar, para hacer una acuarela de la “maja desnuda”?- se sonrió un de sus compañeros.-
-¡No, no, la nena relata que la pollera se le desprendió cuando estaba forcejeando para soltarse, y las medias, se las desgarró un perro enorme, que al parecer quería ayudarla.- dijo Philip tratando de acordarse de los hechos.-
-¡Ahora estamos completos, tenemos un tipo sicópata que se le tira encima a una nena, un túnel inmundo, enorme, sucio y lleno de cadáveres, pero para rematarla, aparece en escena un perro!-
-¡Estamos al horno!- exclamó uno de ellos.-
-¡Ya sé lo que está pasando acá!- dijo casi con seguridad otro de los policías.-
Todos lo miraron esperando una explicación.-
Colocándose la linterna debajo de la barbilla, comentó:
-¡La maldición dice que vinieron unos extraterrestres enormes con caras de monstruos, hicieron estos túneles y comen cadáveres!-
-¡Seguramente, y solo cadáveres de mujeres!- acotó uno.-
-¡A lo mejor es un extraterrestre homosexual que le tiene odio a las mujeres!- bromeó el otro compañero.-
-¿Entonces, porque no se comió al último?-
-¡Seguramente estará esperando que se haga blandito para absorberlo!- dijo mientras movía los dedos en el aire.-
-¡Que asqueroso, bueno, después de todo, es un extraterrestre!-
-¡Ustedes son unos tarados!- reclamó Philip.-
-¡Estamos parados sobre un tema muy serio y ustedes se ponen a bromear!-
-¡A mí me parece que estamos parados sobre un montón de cadáveres!- bromeó su amigo, mientras el resto se sonreía acompañando el comentario.-
-¡Idiotas!-
Les dijo Philip mientras comenzaba a caminar.-
Lentamente, y pisando huesos y madera, todos lo siguieron.-
Al llegar al final de cámara, encontraron dos túneles que se abrían en direcciones distintas.-
-¡Estamos fritos!-
-¿Y ahora, que hacemos?-
-¡Nos vamos a casa!- dijo uno.-
-¡Ya estamos acá, por lo tanto vamos a llegar al fondo de la cuestión!-
-¡El asunto es que encontremos el “fondo” del túnel!- se sonrió uno de sus amigos.-
-¡Tomemos el de la derecha y veamos!-
Todos se dirigieron al túnel elegido por Philip.-
La forma era la misma que el primero, muy alto y lo suficientemente ancho.-
-¡El tipo que hizo esto debe ser definitivamente grande!-
-¡Además, debe ser un conocedor de la zona!-
-¡El jardinero!- acotó un uniformado.-
-¡Es sombrío, escurridizo, raro y conoce todos los rincones de la casa, por lo tanto, no creo que todo esto se le haya pasado por alto!-
-¡No creo!- acotó Philip mientras caminaba.-
-¡La niña dijo que el tipo era enorme y con mucha fuerza, además, el jardinero es muy viejo y no creo que aguante este ambiente, ni por la humedad, ni por el olor insoportable.-
-¡Pero seguramente, que si es un extraterrestre, se puede convertir en algo monstruoso, quien sabe!- acotó uno de ellos socarronamente.-
-¡Tarados!-
La situación se había distendido, cuando uno de ellos detuvo su paso y dijo
-¡ustedes se dieron cuenta que todos estamos con las armas en la mano y que al menor estornudo esto se puede convertir en una batalla campal entre nosotros mismos?-
Efectivamente, los nervios no les habían permitido ver el alcance de la situación, así que enfundaron sus pistolas y continuaron la marcha.-
Las conversaciones habían salido de curso y las charlas eran casi de lo cotidiano, sin mencionar par nada lo que estaban haciendo.-
Luego de más de una hora de caminata, Philip se detuvo.-
-¡Por favor, dejen de hablar por un rato que me parece escuchar un ruido!-
Se hizo silencio y un sonido extraño inundó el túnel.-
-¡Parece una fábrica!-
-¡Acá no hay fábricas!- le respondieron.-
-¡Que saben, a lo mejor, con todo lo que caminamos, llegamos a Francia, yo estoy totalmente perdido, ni siquiera sé si estoy acá!-
-¡Silencio!- gritó Philip.-
-¡Es agua, estamos cerca del mar!- explicó.-
-¡Bárbaro, lo único que faltaba es que nos inundemos!- acotó uno de los muchachos.-
Apuraron el paso, y a los lejos, alcanzaron a ver luz de día.-
En tanto más se acercaban, más se notaba el sonido del mar rompiéndose contra la costa.-
Luego de caminar unos trescientos metros alcanzaron el fondo del túnel.-
Lentamente se acercaron a él, y notaron que la abertura estaba a unos cincuenta metros de altura sobre un acantilado vertical.-
Abajo, las olas se debatían en un ir y venir frenético, tratando de romper grandes rocas.-
Hacia arriba otros tantos metros los separaban de la superficie.-
El viento frío y salado, acompañado del vuelo de algunas gaviotas, apresuraron el regreso de los policías.-
-¡Acá, definitivamente no hay nada!- dijo uno de ellos.-
-¡Volvamos al otro túnel!- pidió Philip.-
-¿Estás loco?-
-¡Vamos a casa y dejemos todo esto que es una barbaridad!-
-¡Muchachos, esto es muy serio!- acotó Philip mientras retomaban sus pasos para volver.-
-¡Si, seguramente es muy serio, cuando llegue a mi casa sucio, con olor a muertos y le cuente a mi mujer que estuve debajo de un cementerio tocando cadáveres que se comió un extraterrestre humanoide monstruoso, y caminé por un túnel que seguramente usa la nave de este bicho para ir y venir de su planeta, primero se va a reír, después va a llorar, y por último me va a internar en un siquiátrico, definitivamente, esto es muy serio!- Terminó
-¡No te olvides del perro!- acotó uno en broma.-
Otro colocó las manos en el aire, y moviéndolas como acariciando una bola dijo:
-¡Bola bolita, dime donde está el perrito!-
-¡la perrita!-
-¿Qué sabes si es perra?-
-¡No, no…. la perrita….para que rime con bolita!-
-¡bola bolita…..perrita!-
-¡Idiotas!- exclamó Philip dejando entrever una sonrisa.-
Continuaron su caminata hasta llegar a la bifurcación de los túneles.-
Pensando en lo que habían pasado, casi coincidieron en volver a sus casas y dejar todo como estaba, ya que no encontraban una solución coherente al asunto.-
Pero, entonces pasó lo inesperado, varios ladridos se escucharon a lo lejos, provenientes del otro túnel.-
-¡Vieron, yo estaba seguro, me equivoqué de profesión, debería ser vidente, el tema de la bola de cristal dio resultado!- reclamó.-
Philip, se introdujo en el segundo túnel y comenzó a caminar rápidamente.-
Todos lo siguieron.-
Al final, probablemente encontrarían las respuestas que buscaban.-

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Capitulo XXIV

El recorrido por el segundo túnel fue bastante más corto que el anterior.-
En varias oportunidades se escucharon ladridos lejanos que le dieron más vigor a los pasos de los cuatro muchachos, ahora sí, seguros de encontrar algo.-
Poco más de media hora llevó la caminata a paso firme y decidido, hasta dar con el final del pasadizo.-
Una escalera de hierro oxidado, empotrada en la pared subía hasta muy alto, hasta lo que seguramente sería la superficie.-
Uno a uno comenzó a subir por ella, muy despacio, ya que en una mano tenían las linternas y eso les dificultaba tomarse de los costados, para poder hacerlo sin problemas, las colocaron atravesadas en el cinturón.-
El primero en llegar arriba, después de una extenuante subida, fue Philip.-
Una puerta trampa de madera le cerraba el paso.-
Intentó abrirla, pero seguramente estaba trabada con algo desde la parte superior.-
De pronto, varios ladridos muy cercanos hicieron sacar fuerzas de donde no tenía, y comenzó a levantarla hasta lograr abrirla.-
Todos llegaron hasta arriba, y se dieron cuenta que se encontraban dentro de una casucha de mala muerte, con paredes de madera con varios agujeros, techos de chapa y algunos muebles desordenados y sucios.-
En una mesa muy rudimentaria, encontraron un plato con algo de comida fría y en un vaso un poco de vino.-
Alguien vivía allí, eso era incuestionable.-
En un rincón, un catre con un colchón roto y varias cobijas deshilachadas les confirmó la sospecha.-
En otro lado, una chimenea, todavía tenía leños encendidos, calentando como podía la desecha casa.-
-¡Diablos, quien puede vivir en un lugar como este!- exclamó Philip.-
-¿El extraterrestre?- sugirió otro.-
-¡Este es bien terrestre y bastante mal intencionado!- aseguró Philip mientras levantaba un gran cuchillo con sangre y algunos pedazos de ropa rasgados probablemente por la misma arma.-
En un cajón de madera, encontraron pertenencias de mujeres mayores y de niñas, algunas de ellas, tenían sangre, y casi todas se encontraban rotas.-
-¡Me parece que dimos en el clavo!- dijo Philip
-¡Ahora el tema es encontrarlo e interrogarlo!-
Varios ladridos provenientes del exterior, hicieron saltar a los muchachos.-
Abrieron la puerta y se encontraron en medio de un panorama totalmente desolador.-
La casa estaba enclavada justo en medio del cementerio.-
Cientos de tumbas, algunas muy antiguas, rodeaban todo el predio.-
-¡Hay que estar totalmente desquiciado para vivir en un lugar así!- sugirió uno de los policías.-
-¡A lo mejor no vive acá, solamente lo tiene de guarida, tal vez a la noche se va a su planeta a dormir y después vuelve al día siguiente, en una de esas, es de un planeta cercano!-
Todos sus compañeros lo miraron y notaron que mientras decía esa idiotez, los ojos estaban casi fuera de sus órbitas, mirando alrededor, absolutamente asombrado y sin saber lo que estaba diciendo.-
-¡No está del todo equivocado, puede que no sea de otro planeta, pero probablemente, no viva acá, y solo lo tenga para escaparse mientras comente sus fechorías!- dijo uno de los policías.-
-¡Si, pero no te olvides que el pedazo de tela que encontramos cuando la quiso someter a Hellena, nos indicó que se trataba de fibra con mucho olor, muy húmeda y muy antigua!-
-¡En que parte del poblado puede vivir una persona de estas características sin que nadie se dé cuenta?-
-¡Alguien debería haberlo denunciado alguna vez, y eso no existe!-
-¡Porque no es de este planeta!- volvió a sugerir al policía que todavía no salía de su asombro.-
Todos sus compañeros, levantaron la mano en claro gesto de reprobación, dieron media vuelta y volvieron a entrar a la casa.-
El interior carecía de luz eléctrica, pero había un par de faroles a querosene y todavía tenían el combustible casi completo.-
Los encendieron, y entre esa luz y la de sus linternas, comenzaron una búsqueda más importante.-
Luego de revolver casi todo, no encontraron nada sustancial más allá de la ropa femenina y el cuchillo con sangre que ya estaba debidamente guardado para ser analizado.-
Uno de los policías estaba mirando por una de las pequeñas ventanas y asombrado, vio pasar delante de sus ojos por el lado de afuera de la casa, un enorme perro lanudo, con el pelo agrisado, muy sucio.-
-¡Muchachos, el perro, vengan rápido, el perro!- gritó
Todos se acercaron a la ventana excepto Philip que saltó hacia afuera.-
El peludo animal se había ido, así como apareció, desapareció.-
Ninguno de los tres compañeros lograron verlo.-
Philip volvió a entrar y cerró la puerta tras de sí.-
-¡Lo vi, es exactamente como lo describieron, peludo, enorme, gris, baboso y tenía apariencia de muy viejo!- contó el policía a sus compañeros.-
Entonces, un ruido muy fuerte se escuchó afuera, y antes que los muchachos pudieran salir, la puerta se abrió violentamente golpeando a uno de ellos que cayó pesadamente con su rostro ensangrentado.-
La figura de una persona muy grande se recortó en la puerta, contra la claridad del exterior.-
-¿Qué hacen en mi casa?- preguntó con voz grave.-
Los tres policías que aún estaban de pié, extrajeron sus armas y le apuntaron rápidamente.-
-¿Quién es usted?- pregunto Philip.-
-¡Es exactamente lo que quiero saber yo!- dijo el hombre mientras entraba dejando en la mesa una bolsa ensangrentada.-
Una capa negra, olorosa y rota, cubría su enorme figura.-
Los cabellos estaban largos y revueltos, la ropa, aunque parecía muy fina, se veía totalmente desgastada y una barba de varios días transformaban su cara en algo poco simpático.-
-¡El extraterrestre!- dijo el policía desde el piso mientras le sangraba la nariz.-
-¡Levante las manos y hágase a un lado!- reclamó con energía otro de los policías.-
-¡Si ustedes se creen, que con esas pistolita y jugando a los policías van a lograr algo, entonces están más locos que yo!- increpó el hombre a los tres policías armados mientras avanzaba peligrosamente hacia ellos.-
Sin saber qué hacer y ante el desconcierto, los tres retrocedieron dos pasos.-
Entonces, un estampido llenó el ambiente y el sombrío hombre cayó desplomado.-
-¡Le di, maté al extraterrestre!- gritó el policía que estaba en el piso mientras mantenía su arma en alto.-
Dos de sus compañeros, fueron a ayudarlo a ponerse de pié, mientras Philip habría la bolsa ensangrentada.-
Dentro de ella, había otro cuchillo y tres conejos muertos sin sus pieles.-
-¡Diablos!- exclamó el joven.-
-¡Llegué a pensar que era otra cosa.- dijo con tono de bronca por el error que habían cometido.-
Afuera se escuchó el aullido de un perro.-
Cuando se dieron vuelta para ver en qué condiciones se encontraba el hombre baleado ya no estaba más.-
Visiblemente herido, las manchas de sangre dejadas en el piso indicaban que había aprovechado la situación para ganar la escalera y escapar por el túnel.-
Todos los policías, incluso el que tenía la cara ensangrentada, sacaron sus armas y también bajaron rápidamente.-
Corrieron hacia el único lado donde podían hacerlo, y llegaron hasta la bifurcación de los dos túneles, justo en la cámara principal.-
El hombre se había escapado.-
Comenzaron a recorrer la gran cámara con sus luces buscando señales de sangre o algo que indicara por donde se había ido, cuando, desde el otro túnel, se escucharon varios ladridos muy fuertes y algunos gritos.-
Obviamente el hombre se encontraba allí.-
Corrieron por un rato hasta llegar casi a la salida por el acantilado.-
El gran cuerpo se encontraba justo en el borde, mirando a los policías que se le acercaban, de espaldas al exterior.-
A su lado, un gran animal peludo, lo miraba desafiante y le gruñía esperando que haga algún movimiento, seguramente para atacarlo.-
Cuando el perro se dio cuenta de la presencia de los muchachos, salió corriendo hacia adentro del túnel, pasando muy rápidamente por al lado de ellos.-
-¡Ustedes no saben nada!- Les gritó amenazante el hombre.-
-¿Cual es su nombre?- preguntó Philip.-
-¡Woodford!- gritó con fuerza.-
-¡Imposible, el Dr. Woodford falleció hace mucho tiempo.-
-¡Era mi padre, y yo he seguido su legado, y lo haré hasta mi muerte!-
-¿De qué habla?- preguntó uno de los muchachos.-
-¡De la maldición!- se apresuró a contestar Philip.-
-¡A bueno, ahora tenemos dos locos en el mismo tema…..caso cerrado!- respondió otro de sus compañeros.-
-¡Es verdad!- contestó el hombre.-
-¡Hay que encontrar a la mujer, que lleva el estigma de la maldición para terminar con las desapariciones en Glew!-
-¡Mi padre dedicó su vida a eso y casi lo resuelve, pero la muerte le ganó la jugada, en cambio, yo sé que estoy cerca, casi seguro que quien lleva la marca es esa niña que tuve en mis manos pero no alcancé a tocarla!-
-¿Hellena?- pregunto Philip.-
-¡Si, ella es la heredera de la maldición y alguien tiene que encontrarla y matarla para evitar que tenga descendencia y así terminar con todo esto!- agregó desorbitado el siniestro hombre.-
Claramente la bala lo estaba desangrando y para mantenerse en pié, buscó apoyarse de las paredes.-
Aprovechando esta situación, los muchachos intentaron acercársele, pero los detuvo con un grito.-
-¡Un paso más, y salto!-
-¡Váyanse y déjenme terminar con el asunto, después no sabrán nunca más de mí!-
-¡Ni locos vamos a permitir que mate a una niña ni a nadie!- le dijo seriamente Philip.-
-¡Entonces, mi vida no tiene sentido!-
Dicho esto, dio media vuelta y se arrojó al vacío.-
Los cuatro muchachos corrieron hasta el mismo borde del acantilado y alcanzaron a ver como las olas retorcían contra las piedras la capa del infortunado hombre.-
Horas más tarde, personal especializado, desde el aire y desde al agua, con buzos y gente altamente entrenada, comenzó la búsqueda que duró varios días, pero el cuerpo nunca apareció.-
Solo pudieron rescatar la capa.-
Meses después, el caso se dio por cerrado y los túneles fueron sellados para siempre.-
La historia había terminado.-
¿Pero la maldición, sería verdad?-
Por el momento, todo se tranquilizó y la calma volvió al pueblo.-
Hellena, lejos de saber la verdad, había retornado a la casa de sus padres y la abuela Megan vieja y enferma enfrentaba sus últimos días.-
Cada tanto Philip la pasaba a visitar y estaban horas charlando.-
Todo parecía estar tranquilo.-
……….por ahora.-

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Capitulo XXV

Casi un año después, la vieja Megan había terminado con sus sufrimientos.-
Decrépita y muy enferma, había fallecido, por lo que los padres de Hellena y ella misma, habían regresado al poblado a arreglar los temas pendientes de la sucesión y la venta de la propiedad.-
Para poder terminar con los papeles, debieron quedarse un par de meses, por lo que decidieron vivir ese tiempo en la misma casa.-
Hellena, casi recuperada por la muerte de su abuela tan querida, y con diez años cumplidos, volvió a tomar la bicicleta y continuó pasando por la puerta de la vieja casona abandonada.-
El jardinero, a pesar de sus años y de su endeble figura, había logrado, con la ayuda de alguien más, poner las plantas en condiciones y dejar el jardín un poco más tolerable a la vista.-
Un enorme cartel de venta se dejaba ver en el piso superior de la casona.-
El viento soplaba, y aún se escuchaba rechinar los hierros oxidados de viejo gallo que desde el techo y día tras día intentaba indicar desde donde lo hacía.-
Hellena casi se esforzaba por no mirar hacia adentro, pero en cada pasada, de reojo trataba de descubrir si aún estaba el perro.-
El joven policía, había asistido junto a la familia al entierro de la anciana, y cada tanto, en sus rondas, pasaba por la casa, saludaba a los padres de Hellena y sentados los dos juntos en las escaleras de la entrada, se contaban historias.-
Entre ambos se había formado un vínculo que iba más allá de la relación de policía y niña.-
Era una amistad muy profunda y la pequeña sentía que el estómago se le cerraba cuando estaba junto a él, y aunque no entendía que le pasaba, era una sensación que realmente le gustaba.-
Era verano, y todavía seguía utilizando las faldas cortas que hacían que su abuela se enoje.-
En la esquina de Allison y Church, nunca faltó el ramito de flores frescas, aunque nadie nunca supo quien las dejaba, tampoco, nadie se animaba a tocarlas.-
Cada tanto, el lamento de un animal ganaba la cuadra.-
Finalmente, el día de la partida había llegado.-
La papelería estaba prácticamente lista y de pronto, Hellena vio como en su casa, también colgaba desde el primer piso, un enorme cartel de venta.-
La niñez en Glew se le estaba escurriendo y la niña, bastante acongojada, comenzó a darse cuenta que la ida era para no volver nunca más.-
Los padres de Hellena, llenaron un auto de valijas, recuerdos y cosas de las que no quisieron desprenderse y que habrían pertenecido a la abuela Megan.-
En el poblado no había aeropuerto, así que debían tomar un micro que los dejara en Londres para tomar el vuelo que los llevaría a su país de residencia.-
El joven policía se ofreció para acompañarlos hasta la terminal de micros y como el auto donde viajaban los padres de Hellena estaba lleno, ésta decidió ir en el de él.-
Cargó toda su ropa, casi llenando el vehículo, y se acomodó en el asiento de adelante junto a Philip.-
El día había sido muy cansador preparando las cosas para el viaje y apenas arrancaron, ella se recostó apoyando la cabeza en la pierna de Philip.-
La pollera corta se le subió y con una mano intentó bajarla.-
Entonces se acordó como la regañaba Megan.-
Pensó que tal vez, debería hacerle caso y comenzar a usar pantalones, después de todo, ya era grande para andar mostrándose por todos lados.-
Una sonrisa le vino al rostro y se quedó dormida.-
El viaje duró apenas unos minutos.-
Luego de colocar las valijas y las cajas en el autobús, deberían esperar a la hora de partida.-
Los padres de Hellena fueron a un bar, mientras que la niña y el policía charlaban.-
Ella estaba parada sobre un banco dentro de la terminal, mirando hacia afuera, y él se encontraba detrás, a casi un metro de distancia.-
De pronto, el joven sintió por dentro una necesidad muy fuerte de resolver la situación que por tantos años había aquejado al poblado.-
¿Y si todo era verdad?
Tal vez estaba en sus manos terminarlo.-
Ella vestía una solera muy corta, con apenas dos tiritas que la sostenían pasando por encima de los hombros.-
El avanzó por detrás hasta apoyar sus dos manos en los hombros de la niña.-
Hellena correspondió lo que interpretó como una caricia, reclinándose para atrás.-
El muchacho corrió un poco la tirita que estaba sobre el hombro derecho.-
-¡Philip, cuidado, me vas a hacer caer el vestido!- le dijo suavemente la niña.-
Su dedo pulgar se movió de abajo hacia arriba, haciendo pensar a Hellena que la estaba acariciando, lo que la puso loca de contenta.-
Entonces, bruscamente, él se apartó, sacó sus manos de los hombros y se quedó paralizado.-
La niña se dio vuelta e inocentemente le dijo:
-¡No te detengas, sigue que está lindo!-
¿Como podía explicarle a la niña que tenía la marca de una maldición que ni siquiera él creía que existiera?-
Pero lo dicho por aquel hombre, era verdad, Hellena tenía la marca, y para que todo realmente termine, ella debía desaparecer.-
Philip, se había encariñado con la pequeña, pero la situación lo comenzó a desbordar.-
¡Qué actitud tomar!
Era una nena, un ser humano, pero a la vez era la portadora de un estigma que había sometido al poblado durante siglos, y seguramente lo seguiría haciendo.-
Los padres de la niña comenzaron a subir al micro y desde afuera le hicieron señas para que ella haga lo mismo.-
Hellena se dio vuelta, miró a los ojos de Philip y con una seriedad inusitada, dijo:
-¡Haz lo que tengas que hacer, nunca te arrepentirás!-
Parecía que estaba hablando otra persona.-
Luego ella, abrió sus brazos y se colgó literalmente de su cuello.-
Las dos piernas rodearon su cintura y acercando su boca al oído le volvió a decir:
-¡todo está en tus manos, se justo contigo mismo!-
Un frío le recorrió la espalda al joven policía.-
Mientras que con una mano mantenía alzada y apretada contra su cuerpo a la niña, con la otra sacó de su bolsillo una navaja.-
Comenzó a caminar en sentido contrario al micro.-
Todos sus sentidos se nublaron, la hoja de la navaja mostró su inclemente filo.-
El mundo le comenzó a dar vueltas, las preguntas lo atormentaban.-
¿Si realmente él amaba a esa niña, porqué debía hacerlo?, pero además, si no lo hacía todo quedaba inconcluso.-
Comenzó a levantar la fría hoja de muerte y la apoyó en la cintura de la pequeña.-
Un hilo se sangre recorrió rápidamente el brillante filo.-
Entonces, todo se volvió confuso, las horas se detuvieron, la gente se paralizó, los relojes dejaron de funcionar, las aves en el cielo quedaron suspendidas y por un segundo, el mundo le explotó en la cabeza.-
Cuando todo a su alrededor se serenó y volvió a su normalidad, se encontraba parado al lado del micro, justo cuando éste comenzaba a moverse.-
Desde una de las ventanillas, la inocente ternura de una pequeña de diez años enamorada de su joven policía, levantaba con dulzura su mano derecha moviéndola de un lado a otro, saludándolo, sabiendo que había pasado lo que correspondía y que nunca más se volverían a encontrar.-
En el costado izquierdo de la pequeña, una mancha roja corría por la solera.-
La fría navaja de Phillip y la historia de la maldición, no habían podido doblegar los sentimientos que el joven sentía por la pequeña.-
Un corte de pequeñas dimensiones fue la única muestra de lo que pudo llegar a pasar, y seguramente sería una historia que Hellena debería contar a sus padres buscado una explicación inexistente para la incipiente herida.-
El micro se perdió en el horizonte y el policía triste por la pérdida inexorable de la compañía de la pequeña, pero satisfecho por haber cumplido correctamente con sus convicciones, comenzó a desandar el camino al poblado.-
Al pasar por la esquina de Allison y Church, varias personas estaban mirando curiosas junto a una ambulancia.-
Entendiendo que en su condición de policía debería prestar apoyo logístico al personal médico, detuvo su marcha y bajó del vehículo,
Al acercarse, vio como los paramédicos colocaban sobre una camilla a una anciana y delicadamente con un cobertor le tapaban la cara, se acercó y una vez al lado de la camilla, se enteró que había muerto de un paro cardíaco y que ellos nada habían podido hacer, cuando llegaron ya estaba muerta.-
En su curiosidad, corrió el cobertor y miró la cara de la anciana, estaba seguro que la conocía de algún lado, aunque nunca la había visto.-
Las manos cruzadas de la vieja mujer, aferraban fuertemente un ramito de flores frescas, el mismo ramito que todos los días aparecía contra la pared de la esquina, Philip se dio vuelta, miró el lugar y el ramito no estaba, nadie sabía de que se trataba, pero él se dio cuenta que a partir de ese día, nunca más, nadie pondría flores en recuerdo de un viejo y lanudo perro.-
-¿Conoces a la mujer?- preguntó uno de los paramédicos.-
-¡Porque la gente que está acá, y los vecinos, coinciden que nunca la han visto y aparentemente es una vieja solitaria de la zona, pero nadie sabe donde vive ni si tiene familiares.-
-¡No, no la conozco, pero de algo estoy seguro, no está sola y seguramente ha de estar jugando con su amigo más entrañable!- intentó explicar el policía a un paramédico cada vez mas confundido.-
La camilla ocupó su lugar en la ambulancia y sin estridencias, partió lentamente, tal vez a la morgue del pueblo.-
Philip volvió a subir a su auto y antes de arrancar el motor, sintió el aullido de un perro y varios ladridos de alegría.-
Volteo su cabeza hacia la esquina y la gente se había retirado, nada ni nadie quedaba para recordar lo sucedido, salvo la historia de una maldición, que definitivamente había llegado a su final.-
-¿Se habrá encontrado Leonella con su Quijote?- pensó.-
El auto continuó su marcha hacia la delegación de policía.-
-¡Todo estaba donde debía estar!- pensó…..y echó a reír.-



FIN