CAPITULO XVIII:
La historia, comenzó a tomar cuerpo a medida que los días pasaban, y Hellena no salía de su asombro, pero su curiosidad era irrefrenable, y transcurría las horas mirando por su ventana aquel desvencijado techo de la casa de Leonella, tejiendo mil y una historias, que encadenadas con las ya habituales, se mezclaban en la cabeza de la niña causando un efecto por más que perturbador en su mente de nueve años.-
Por otro lado, el joven policía Phillip, comenzó a desandar un camino largo y siniestro, poblado de historias oscuras, que solo abundaban en el imaginario de la gente más vieja del lugar.-
Historias que lo llevaban hacia lo más profundo de hechos nunca aclarados, que según algunos pobladores, se habrían repetido por varios años e involucraban a muchas más personas de lo imaginable.-
Diariamente Hellena salía a andar con su bicicleta por la vereda de la calle Darwin al 1100, y frenaba irremediablemente al ver la reja de la casona.-
Alguien había cerrado la pesada y herrumbrada puerta de acceso al jardín, y le habían colocado una pequeña cadena con un candado.-
Transcurrieron los días, y el otoño se acercaba a pasos agigantados.-
Como el sol no calentaba tanto, las incursiones en bicicleta se hacían cada vez más cortas.-
Faltaban pocos días para su cumpleaños número diez, y entre la ilusión de la fiesta que Megan le había preparado, se mezclaba la tristeza de saber que en ese día, sus padres vendrían al agasajo, pero al día siguiente, se tendría que ir nuevamente con ellos, terminando así su período de largas vacaciones con la querida abuela Megan.-
Cada tanto, veía al policía pasar por la puerta de su casa, en lo que se había convertido en una suerte de ronda obligada para éste, ya que los sucesos lo habían conmovido.-
Esa mañana, el sol todavía se veía íntegro y a pesar del fresco, Hellena, decidió salir a pasear en la vieja bicicleta.-
Se vistió con medias enteras hasta la cintura, una falda corta, como siempre, y una camisa con volados rematando el cuello.-
Por arriba, un pullover abierto adelante, con solo un botón abrochado y unos zapatos impecablemente blancos.-
Megan estaba en el fondo colgando la ropa.-
Desde adentro de la casa, le gritó a modo de aviso, que salía a andar en bicicleta, y ante la aprobación de su abuela, fue en busca del rodado.-
Cuando pasó por el frente de la casona de al lado, notó que la puerta del jardín estaba sin el candado, aunque parecía cerrada.-
Apoyó la bicicleta en un árbol, caminó hasta la reja, e intentó abrir la pesada puerta.-
Por más que se esforzó lo único que hacía era moverla, pero no lograba que se abriera.-
Su curiosidad la excitaba, y cada vez aplicaba más fuerza a la puerta pero sin lograr nada.-
Entonces, desde adentro, escuchó un angustiante y profundo aullido, que esta vez parecía venir desde la mismísima casa.-
Sacó fuerzas de lo más profundo, y logró entreabrirla un poco.-
Con mucho esfuerzo, logró meterse adentro del jardín.-
Ya se había ensuciado las medias blancas y enseguida pensó que su abuela la iba a retar casi con seguridad, pero el asunto de la ropa, quedó para más tarde.-
Caminó directamente hacia la entrada y subió los escalones.-
Una vez frente a la enorme puerta, tomó el picaporte y lentamente lo comenzó a bajar.-
El herraje estaba sucio, pero no hizo ningún ruido al abrirse.-
Nuevamente el aullido se hizo escuchar.-
Ahora, estaba segura que venía desde el interior.-
Evidentemente, el jardinero venía cada tanto, porque adentro, todo estaba ordenado y parecía bastante limpio.-
Intentó encender una luz moviendo varias veces la palanca del interruptor, pero no funcionó.- Todo estaba muy oscuro, así que abrió una ventana.-
Algunos rayos de sol penetraron iluminando tenuemente el ambiente.-
Solo en ese momento, sintió la sensación que no estaba sola y un frío le recorrió la espalda.-
Sus casi diez años, le decían que debería irse, pero su curiosidad le aconsejaba mal.-
En el primer piso de la casona, se escuchó un ruido de pasos y una puerta cerrándose.-
Avanzó un poco más, y fue entonces que la puerta de ingreso, probablemente por un golpe de aire, se cerró violentamente detrás de ella, haciéndola saltar del susto.-
Ahí se dio cuenta que debía salir y regresar a su casa, pero cuando quiso abrirla, el sucio herraje se había enganchado con el portazo y no pudo hacerlo, aunque puso todas sus fuerzas en ello.-
La ventana que había abierto, al costado de la puerta, tenía una reja de hierro, por lo tanto por allí tampoco podría salir.-
Enorme fue su asombro, cuando a través de dicha ventana miró hacia afuera y en la reja perimetral vio como el jardinero se iba, cerrándola y colocándole la cadena con el candado nuevamente.-
Intentó gritarle pero el sonido se le atascó dentro de su misma garganta.-
Entonces se dio cuenta que la boca estaba reseca tal vez por los nervios, o tal vez, porque un profundo miedo le comenzó a endurecer el cuerpo.-
Enseguida pensó que por más que saliera de la casa, nunca podría saltar la reja, porque era muy alta.-
Miró para atrás, y con gran susto, apoyó su espalda en la pared y se deslizó hasta sentarse en el piso.-
Un frío intenso le había ganado el cuerpo.-
A esta altura de las circunstancias, la ropa ya estaba toda sucia, pero no le importó.-
Elías Sánchez, el viejo jardinero sudamericano que por años sirviera a los Schmidth, caminaba hacia la avenida Allison, cuando se encontró con Phillip que venía en sentido contrario haciendo su habitual ronda diaria.-
-¡Phillip!- lo llamó el jardinero.-
-¡Vengo de la casa de los Schmidth y vi que la reja estaba entreabierta, cuando entré a realizar limpieza, estoy seguro de haberla cerrado, por favor si usted va a pasar por allí, mire un poco por las dudas que alguien se haya metido!.- rogó el viejo jardinero.-
-¡No se preocupe, voy a recorrer un poco a ver si veo algo présteme la llave del candado, así reviso también el interior!-
Dicho esto, el policía recibió el llavero completo de manos del jardinero y siguió su camino.-
Hellena seguía sentada en el piso mirando para todos lados.-
Los ruidos en la planta alta, se hacía más fuertes, como si alguien estuviera revolviendo cosas.- Se sentían ruidos de puertas, probablemente de los vestidores, y pasos que entraban y salía de ellos.-
La niña había comenzado a sentir los efectos del miedo, que sumado al frío del ambiente, le hizo sentir un irrefrenable deseo de ir al baño.-
Lentamente se incorporó y tratando de no hacer ningún tipo de ruido, comenzó a buscar alguna puerta que le permitiera el acceso a algún baño, que seguramente en una casa de esas dimensiones debería existir en la planta baja.-
Casi al llegar a la cocina, y con la espalda raspando las paredes, logró abrir una pequeña puerta y sintió alivio al ver los sanitarios.-
Entró y cerró suavemente, colocando con gran sigilo el pasador.-
Una vez hecho esto, comenzó a sentir cierta seguridad, aunque todavía estaba enormemente asustada.-
Se acercó al inodoro, se bajó las medias, la ropa interior y se sentó con un gran alivio.-
Se limpió con un pedazo de papel que estaba en el suelo y cuando se estaba levantando la ropa, la luz que entraba por el tragaluz del baño le permitió ver que el picaporte de la puerta se movía.-
Alguien intentaba entrar.-
El terror de Hellena la paralizó, quería gritar pero no podía.-
Además, si lo hacía, estaba segura que nadie la escucharía.-
-¿Habrá vuelto el jardinero?- pensó
Una luz muy fuerte, como de una linterna, se dejaba ver a través de las hendijas de la puerta, pero iluminaba demasiado.-
Hasta la infantil mente de Hellena, se dio cuenta que esa luz no provenía de una linterna.-
Pensó entonces que era la luz de la cocina, pero se dio cuenta que se movía.-
Bajó lentamente la tapa del inodoro sin hacer ruido, se volvió a sentar en él y cerró los ojos.-
Phillip caminaba por la acera, afuera de la reja y casi pasa de largo, cuando pudo observar que adentro se alcanzaba a ver una luz.-
Pensó que el jardinero había dejado alguna lámpara prendida, y creyó conveniente, ya que tenía la llave, entrar a apagarla.-
Luego de traspasar la reja con bastante esfuerzo, llegó hasta la puerta de entrada, pero no pudo abrirla.-
Miró hacia el costado, y notó que la pequeña ventana lateral se encontraba abierta.-
Se asomó y con las manos a los costados de ambos ojos, miró hacia adentro de la propiedad.-
Fue en ese instante que una silueta de gran tamaño pasó casi por delante de su vista y aunque no pudo detallar quien era, era seguro que no debería estar allí.-
-¡Quien anda por allí!- gritó.-
-¡Esta es propiedad privada y no puede entrar, identifíquese!- volvió a gritar.-
Pensando siempre en un intruso que quería robar alguna de las importantes antigüedades que todavía quedaban allí.-
Forzó aún más la puerta de entrada sin éxito.-
Luego del intento, comenzó a rodear la casa en busca de otro ingreso.-
Adentro, Hellena aturdida por el miedo, sintió que afuera, los yuyales se movían.-
Rápidamente se paró en el inodoro, y con esfuerzo, logró mirar por el tragaluz del baño.-
-¡Ayuda!- intentó gritar, pero la garganta estaba cerrada por el miedo.-
-¡Ayuda!- volvió a intentar.-
Miró a su alrededor, y notó una caja en el piso del baño, se bajó del inodoro, la tomo, y nuevamente asomada por el ventiluz, la arrojó afuera.-
Justo en ese momento, pasaba Phillip por allí, y al ver caer la caja, se acercó a la pequeña ventana.-
-¿Quien es?- preguntó molesto.-
-¡Hellena!- dijo la nena con un grito apagado.-
-¿Hellena?- repitió el policía.-
-¿Entonces, eras tú quien anda por adentro de la casa?-
-¡No, sácame de aquí, tengo miedo!- suplicó Hellena al punto de echarse a llorar.-
-¡Espera que no puedo entrar, trataré de abrir alguna ventana!-
Con algo más que apuro, Phillip comenzó a tocar cada una de las ventanas, pero sin ningún resultado concreto, por lo tanto, regresó al ventiluz del baño, se asomó y le dijo a Hellena:
-¡No puedo abrir nada, vas a tener que intentar abrir desde adentro la puerta principal!-
-¡No, tengo mucho miedo, aquí adentro hay alguien y no quiero salir de este baño, recién intentó entrar, no me pidas que salga por favor.- gimió Hellena.-
-¿Mira, vas a tener que tener coraje, porque es la única salida que tenemos, de todas maneras, no sabemos a si realmente hay alguien o ya se fue, yo estoy afuera, por favor, hazlo ya!- replicó Phillip casi como una orden.-
La nena se acercó despacio hasta la puerta del baño, primero apoyó la cabeza como queriendo escuchar ruidos.-
Como no pudo escuchar nada, quitó el pasador y con gran suavidad, abrió lentamente la puerta.-
Sin quitar la espalda de la pared, se deslizó por el pasillo en busca del gran living.-
Una tenue luz ganaba la sala y le permitió dirigirse sin titubear a la entrada principal.-
Con gran desesperación, intentó abrirla, pero no pudo.-
En ese instante, una enorme figura envuelta en algo parecido a una capa, se le apareció por detrás, la tomó por los hombros y con una mano le tapó la boca, la niña no pudo ni emitir palabra.-
En un solo movimiento, la levantó sin quitarle la mano de la boca, la tomó en sus brazos y se alejó de la puerta subiendo los escalones, los ojos de Hellena estaban desesperadamente abiertos y sus piernas se movían en un vano intento de soltarse, pero todo era inútil.-
Phillip se asomó por la ventana del costado y no pudo ver nada.-
-¡Hellena. Hellena!- llamó inútilmente, la niña ya no podía contestar.-
Luego de varios forcejeos, decidió buscar ayuda.-
La mañana se había transformado en mediodía y en la casa de al lado, Megan impaciente, esperaba la llegada de su nieta para almorzar.-
La espera sería en vano, la suerte de Hellena estaba echada.-
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CAPITULO XIX
Con gran desesperación, Phillip salió corriendo hasta la calle.-
A la distancia la vio a Megan muy preocupada.-
Enseguida se dio cuenta que era la abuela de la que le había hablado la nena, y corrió hacia ella.-
-¡Usted es la abuela de Hellena!- gritó desde la reja de entrada.-
-¡Si soy yo, ¿que pasa?- contestó preocupada Megan.-
Entre por favor a su casa tome el teléfono y llame al destacamento para pedir refuerzos.-
Por favor, no se tarde, la vida de Hellena depende de ello!- gritó el policía, y dando media vuelta, volvió corriendo hasta la vieja casona.-
Megan, sin entender nada y visiblemente angustiada, caminó lo más rápido que pudo y llamó al destacamento.-
En tanto, Phillip había llegado nuevamente a la casa y comenzó a patear desesperadamente la pesada puerta sin lograr ningún resultado.-
Entre tanto golpe, instintivamente, tomó el picaporte con sus dos manos y con gran asombro, vio como la puerta se abría sin titubeos y sin esfuerzos.-
-¡esto es una locura- exclamó
Rápidamente entró y corrió por toda la planta baja sin encontrar nada.-
Al llegar a la escalera que permitía el acceso a los dormitorios en la planta alta, encontró en uno de los escalones la pollera de Hellena, lo que le llevó a pensar lo peor.-
Saltando escalones de dos en dos, llegó al piso superior.-
Con el bastón en la mano, pateó y entró en cuanta puerta se le interpuso en el camino, esperando encontrar al secuestrador con la niña.-
Lo único que le pasaba por la mente era encontrar a la niña sana y salva.-
Pero, a pesar de revisar todo, no había nadie.-
Miró hacia el techo y descubrió una escalera que permitía el acceso a un altillo.-
Se colgó de ella y la bajó, subiendo rápidamente hasta llegar a una puerta trampa.-
La levantó despacio e intentó mirar hacia adentro, pero la oscuridad era total.-
Sin importarle lo que podía sucederle, la terminó de abrir y subió.-
Una pequeña ventana redonda dejaba filtrar unos tenues rayos de sol, corrió hacia ella, y con el bastón la rompió, dejando la habitación en una penumbra pero lo suficientemente clara como para poder ver.-
Recorrió rincón por rincón.-
El altillo era inmenso, casi del tamaño de la casa.-
A medida que avanzaba iba removiendo los trastos que encontraba a su paso.-
En la calle, la policía comenzó a llegar y se desplegaron por el jardín.-
Algunos entraron y tomaron la planta baja, otros comenzaron a subir muy despacio.-
Cuando llegaron al primer piso, encontraron a Phillip que bajaba del altillo.-
En su rostro se le notaba la angustia y la desesperación.-
En su mano derecha tenía el bastón aferrado con todas sus fuerzas, en su mano izquierda, todavía tenía la pollera roja de la pequeña.-
Miró a sus compañeros y con un movimiento de cabeza, dio e entender que ya no había nadie en la casa.-
Las ventanas estaban totalmente cerradas, la puerta había estado bloqueada hasta que pudo entrar Phillip, y claramente él sabía que el raptor había subido al primer piso, entonces, la pregunta era inevitable, ¿por dónde habían salido?-
Megan lloraba desconsoladamente, la niña había caído en manos de quien sabe que depravado y nadie apostaría a la suerte que podía correr.-
Nunca sabrían que alejados estaban de saber la verdad.-
Cerca de allí, se escuchó el ladrido de un perro.-
Todos se miraron mientras organizaban inmediatamente y sin hablarse, una nueva búsqueda.-
Todo sería inútil.-
Mientras la desesperanza llenaba la casa, apareció el jardinero asustado por el movimiento inusitado que había en la propiedad.-
Mientras Phillip le contaba los hechos, Elías, el jardinero, miraba insistentemente hacia la escalera, hasta que interrumpiendo bruscamente al joven policía, le señaló con el dedo índice de su mano izquierda la escalera de acceso al primer piso.-
-¿Buscaron allí?- dijo con seguridad Elías.-
-¡Si ya lo hicimos, incluso hasta el altillo!- explicó Phillip.-
-¡No...no, abajo, debajo de la escalera!-
La escalera era de fina carpintería y se encontraba totalmente revestida en madera, llegando ésta hasta el pasillo que lateralmente accedía hacia unas habitaciones de servicio que ya habían sido revisadas.-
Elías se acercó a ese pasillo, y se colocó mirando hacia la pared de madera que le daba terminación a la parte inferior de la escalera, más exactamente hacia la madera que revestía esa parte de la pared.-
Levantó su mano derecha y con un leve empujón sobre uno de los paneles del revestimiento, éste se abrió dejando entrever una pequeña puertita de chapa.-
-¡El sótano!- dijo con pocas palabras el jardinero.-
Todos se amontonaron para abrirla, pero Phillip tomó la delantera, la abrió sin esfuerzo y accedió a una pequeña escalera que descendía hasta una impenetrable oscuridad.- Varios de sus compañeros tenían linternas, el joven policía, tomó de una de ellas y comenzó a bajar.-
Lo propio hizo el jardinero, quien extendiendo la mano, alcanzó una lamparilla y la encendió ante la sorpresa de todos.-
El sótano se llenó de luz y de gente y siendo tan grande como el altillo, comenzaron a buscar tras las cosas viejas que allí se encontraban almacenadas.-
Desde un rincón, un leve gemido se dejó oír, rápidamente Phillip se abalanzó hacia allí, y con gran sorpresa encontró a la niña, acurrucada en el piso, toda sucia y con las medias arrancadas en jirones.-
Se le acercó, le extendió los brazos y con voz dulce le dijo:
-¡Ya está, todo pasó!- -¿Te sientes bien?-
-¡Si!- respondió la niña con voz entrecortada y comenzó a llorar.-
Phillip la levantó del piso, la alzó entre sus brazos y la llevó hasta donde se encontraba Megan, quien de la alegría no podía expresar palabras.-
El sótano no tenía ventanas hacia el exterior y existía una sola puerta que se encontraba cerrada por fuera.-
La pregunta era, ¿cómo había llegado la nena allí?-
¿Cómo había salido el depravado o quien sea si en todo momento estaban todos buscando?-
Las preguntas eran más que las respuestas, y aunque todavía no lo sabían, muchas de ellas las tenía la niña, quien a partir de ahora, sabría la verdad de la historia.-
Megan llevó a Hellena hasta la casa, acompañada por Phillip, mientras que el jardinero se quedó dando explicaciones de porqué la casa estaba abandonada y él tenía la llave.-
Hellena temblaba como una hoja, Megan se sentó y puso a la nena sobre ella, la apretó en un abrazo y le dijo en voz baja:
-¡Sabía que te iba a encontrar!- luego dejó deslizar una lágrima.-
Phillip, ahora más calmado, se sentó en el sofá que se encontraba delante de las dos, y dirigiéndose a Hellena, le preguntó:
-¿Hellena, se que no es momento, pero todos estamos preocupados, dime ¿alcanzaste a ver a quien te atacó?-
-¡No, estaba muy oscuro y en todo el tiempo me tenía agarrada de atrás!-
-¿Porqué te sacó la pollera, te hizo algo malo? Pregunto Phillip casi convencido de lo peor.-
-¡No, la pollera se me cayó sola cuando quise soltarme y movía las piernas dando patadas!-
La respuesta fue tomada con asombro, pero con gran alivio, aunque la duda seguía dentro del policía.-
-¿Dime, y las medias, porqué te las rompió, te quiso desnudar?- volvió a insistir el policía.-
-¡No, las medias me las arrancó el perro cuando se puso a pelear con el hombre para que me soltara!- contestó la pequeña con un sentimiento de tristeza.-
-¡Pobre, me defendió como pudo, se veía tan viejo, pero aún así, le arrancó parte de la capa negra que tenía!-
-¿Cómo?- exclamó Phillip mientras incrédulo la miraba a Megan.-
¿Qué perro, que capa negra?- -¡Por favor cuéntanos todo, te lo suplico!- imploró Phillip.-
-¡Cuando me agarró en la puerta, me sujetó con un brazo desde atrás y con el otro me tapaba la boca.- Como me tenía agarrada en el estómago, pude patear fuertemente, allí es donde se me desprendió la pollera, mientras tanto, iba subiendo las escaleras, llegamos a una habitación y me tiró arriba de una cama boca abajo!-
-¿Te hizo algo?- Preguntó nuevamente el joven policía.-
-¡Ya te dije que no!- le respondió con fastidio la pequeña.-
-¡Solo se me subió encima mío, me colocó la manos en la espalda y las agarró con mucha fuerza, luego me dijo que el era un doctor que sabía lo que había pasado con Leonella y con los padres, y que yo lo iba a ayudar a encontrar las respuestas!-
-¿Te dijo como se llamaba?- preguntó Megan.-
-¡Algo como Uo.....Uo no sé, no me acuerdo!-
-¿Entonces?- exclamó Phillip.-
-¿Woodford?- Interrumpió Megan
-¡Si, algo así!- contestó Hellena muy asustada todavía.-
Phillip miró a Megan como preguntando quien era ese personaje.-
Megan lo miró, y con ojos resignados, le contó muy por encima la historia de los padres de Leonella y el famoso Dr. Woodford.-
-¡Es imposible! ¿no dijeron que había muerto? ¡Además, con los años que han pasado, sería definitivamente imposible!- volvió a repetir Phillip.-
-¡Continúa Hellena!- apresuró el policía.-
-¡Solo me dijo eso, después, sentí que me levantaba la remera y me tocaba la espalda, como buscando algo!-
-¿Te dijo que quería?- preguntó Megan.-
-¡No, solo sentía que con la mano fría me refregaba la espalda, a la altura del hombro y luego un poco más abajo, y repetía, ¡lo tengo que encontrar, lo tengo que encontrar, tú lo has de tener, seguro que tú lo has de tener!-
-¡después, me levantó desde atrás, tan fuerte que me hizo mal!-
-¿qué te hizo?- preguntó nuevamente Megan.-
-¡Me apretó aquí con su brazo!- y señaló su pecho.-
-¡Me tenía apretada contra su cuerpo y me hacía mal, así, que comencé a toser porque era como que me faltaba el aire!- sollozaba Hellena.-
-¿Hellena, recuerda, en que momento te llevó al sótano?- preguntó Phillip
-¡No lo sé, porque me tenía tan apretada y me sacudía para todos lados, que me sentí mareada!-
-¡Y el perro!- dijo Megan.-
-¡No sé, solo sentí un gruñido muy fuerte atrás mío, pero como estaba de espalda apretada contra él, no lo pude ver bien.- Sé que ladró varias veces y le mordió el brazo!-
-¿Cómo te diste cuenta?- preguntó Phillip.-
-¡Porque aflojó la fuerza y enseguida me agarró con el otro, mientras que con ese peleaba por soltarse del perro.- Me pareció que tiró una patada, porque el perro lanzó un gemido, pero enseguida lo volvió a atacar.- Parece que le arrancó un pedazo de algo así como una capa, porque el hombre maldijo!- relataba Hellena como viviendo el momento.-
-¿Pero, al final, pudiste ver al perro? Preguntó Megan.-
-¡Un poco, porque después se vino para adelante y me agarró de las medias, ahí fue cuando se me bajaron y casi me las arranca.- Seguro que quería hacer que me suelte, pero el hombre, cada vez me agarraba más fuerte!- continuó Hellena.-
-¿cómo era el perro? Insistió Megan.-
-¡Igual al que vi en el jardín el otro día, grandote, lanudo, sucio y parecía muy viejo, me pareció que era Quijote!- contaba la niña como viéndolo allí mismo.-
-¡Pequeña!- preguntó el policía, ¿en que momento te llevó al sótano?-
-¡No sé, estaba tan mareada por todo lo que pasaba y tenía tanto miedo, que lo único que me acuerdo es que de pronto vi una linterna y aparecieron ustedes!-
-¿Y el hombre? ¿y el perro?.- insistió Phillip.-
-¡No se, no se, no me acuerdo!- repitió Hellena y rompió en llanto.-
La situación se tornaba cada vez más extraña, tanto Phillip como Megan, se miraron y entendieron que Hellena estaba confundida, tal vez su corta edad le había pasado una mala jugada y su mente había creado todo el clima.-
Tal vez, solo se trataba de un intento de abuso.-
Pero, lo que no podían explicar es cómo supo el nombre del siquiatra si nadie se lo mencionó nunca.-
Porqué, el hombre en cuestión no se la llevó ni intentó hacerle nada más.-
De donde había salido el perro y adonde se habían ido todos, si las puertas estaban cerradas por dentro y en ninguna encontraron cerraduras forzadas.-
El misterio se acrecentaba, y las dudas eran cada vez mayores, pero esta vez, el joven Phillip, estaba seguro que descubriría el caso, y seguramente, uno llevaría al otro, permitiendo desenmarañar los hechos de Leonella con Quijote.-
Evidentemente allí había alguna conexión y trataría de descubrirla.-
Lo que no sabía es cuán difícil le iba a resultar.-
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CAPITULO XX:
Al día siguiente y por puro formalismo, Megan debió llevar a Hellena a hacer la denuncia el destacamento de policía.-
Allí, las estaba esperando el suboficial Phillip Mc. Guirre.-
Cantidad de atenciones y cariños recibió Hellena de parte de los policías allí destacados, aunque tuvo que soportar la inefable visita al médico de policía, que por tratarse de una pequeña, y por ser un poblado tan chico, era el mismo que atendía a todos los demás pobladores, así, que no les era desconocido a ninguna de las dos.-
Luego de la revisión de rutina, el médico determinó que no había sido ultrajada, y aunque Hellena no estaba de muy buen humor después de estar a solas con el Doctor, manejó la situación con bastante calma.-
-¡Hellena!- preguntó Megan caminando de regreso a su casa, -¿Que te dijo el doctor cuando se quedaron solos?-
-¡Nada, me preguntó como estaba, si me sentía bien, si tenía alguna lastimadura importante, o algún golpe!- contestó la nena.-
-¿y te revisó?- interrogó la abuela.-
-¡Si!- luego hizo un silencio prolongado, alzó la vista y miró a los ojos a Megan, una lágrima le rodó por la mejilla colorada.-
-¡Me hizo sacar la ropa....toda, me acostó en una camilla y me revisó toda, pero, toda, toda, se puso unos guantes amarillos finitos, y comenzó primero por abrirme las piernas y tocarme toda por adelante y después me puso boca abajo, me volvió a abrir las piernas y me tocó por atrás.- No me gustó.- ¿era necesario?- pidió una explicación Hellena.-
-¿Lamentablemente sí, cuando una pasa por una situación como la que vivimos ayer, es necesario aunque no nos guste, porque así podemos saber la verdad de todo, además, esto pasa cuando uno se mete en lugares que no corresponde!- sentenció Megan.-
-¡Pero si yo dije toda la verdad!- murmuró sollozando la nena.-
El resto del corto viaje se efectuó en un silencio total.-
En tanto, Phillip, se dirigió con otros compañeros hacia la casa de Leonella para tratar de investigar un poco más.-
En la puerta había quedado un policía de custodia, tanto para evitar la entrada a la casona, como para vigilar la casa de Megan, ya que ésta se encontraba a solo pasos de allí.-
Una vez adentro, los policías comenzaron a revisar cada centímetro de la propiedad en busca de alguna pista.-
El poblado era muy chico para que apareciera un depravado y excesivamente grande cuando se trataba de ocultar historias increíbles que databan de muchos años atrás, pero que en la actualidad nadie quería contar.-
Todo era un enigma, y Phillip, estaba convencido de poder solucionarlo.-
Una vez en su casa, Megan llevó a Hellena a darse un buen baño caliente, así se le pasarían los malos momentos que estuvo pasando.-
La habitación de la niña estaba preparada, la cama recién hecha y la ropa lista para ponerse delicadamente acomodada sobre un cómodo sillón.-
Como era costumbre, un vestido sin mangas, de faldas muy cortas, color amarillo, acompañado de medias blancas tres cuartos y abajo del vestido una camisa blanca con volados y un sencillo pero hermoso detalle bordado en naranja fuerte.-
Los zapatos eran los usuales abrochados y blancos.-
Cuando le ayudó a sacarse la ropa, y la acompañó a la ducha, Megan notó que en una de las piernas, tenía unos rasguños y como una especie de moretón.-
-¡A ver!- dijo Megan, sentándola a la niña sobre la tabla del inodoro.-
-¡Déjame ver esto!- dijo Megan.-
-¿Cuando te hiciste este rasguño? Preguntó la abuela.-
-¡No sé, seguramente me lo hizo Quijote cuando me intentó ayudar.-
La abuela, resignada, la hizo parar y la acompañó hasta meterla en la bañadera.-
-¡Lávate bien, sobre todo las partes donde te tocaron ¡- dijo con voz firme-
-¡No vaya a ser que te contagien alguna enfermedad!- terminó.-
Mientras tanto, Phillip recorría la casa de un lado al otro sin poder encontrar ninguna pista que lo lleve a pensar en algo.-
De pronto, al costado de la cama donde había estado acostada la nena, encontró unas fibras blancas, con un líquido viscoso, que según dedujo, se trataba de pedazos de la media de la nena.-
Suavemente lo tomó con la punta de los dedos, y lo introdujo en un sobre de celofán para llevarlo a analizar.-
Cerca de allí, debajo de una mecedora halló pedazos de una tela negra, gruesa y con un fuerte olor a humedad.-
También tenía ese mismo líquido viscoso.-
Hizo lo mismo que con el otro trozo de tela y continuó buscando.-
Se dio vuelta y se dirigió a la cama.-
De acuerdo a lo contado por la criatura, ella había estado boca abajo y el hombre se le había subido encima, así, que tomó una almohada y la colocó como si fuera Hellena, acto seguido el mismo se subió encima, quedando arrodillado con ambas piernas a los lados de la almohada.-
Luego se bajo, y comprobó que donde él había apoyado las puntas de los zapatos habían pedazos de tierra.-
Se miró los suyos y estaban limpios, así, que debía pertenecer al agresor.-
Juntó la tierra para examinarla y continuó la búsqueda.-
Ahora todo se centraba en saber como y en que momento había bajado con la pequeña al sótano, pero, fundamentalmente por donde había escapado.-
Tocó todas las paredes en busca de algún pasadizo secreto, pensando en alguna película de su infancia, pero no encontró nada.-
Bajó al sótano y comprobó que la cerradura de la puerta que da a éste, solo se abría desde afuera, ya que adentro tenía el cerrojo roto, y una vez que ingresaban y cerraban, solo lo podían abrir desde la planta baja.-
Abajo, a pesar del polvo que había en el piso, las únicas pisadas que se veían eran las provocadas por los botines de la policía que había entrado el día anterior.-
Recorrió cada rincón y no pudo encontrar ningún otro acceso que no fuera el mismo por el que él había entrado.-
Pero, al retirar unas cajas viejas, se sorprendió.-
En el piso, entre el polvillo, había perfectamente identificada una huella......de perro.-
Se acercó a mirarla y al hacerlo se tropezó con la misma caja que había apartado, esta se cayó abriéndose-
Con algo de curiosidad, miró el contenido.-
Con gran sorpresa pudo observar cosas de la época de Leonella, un diario escrito por el padre de la adolescente, y lo más extraño, un collar y una correa perteneciente a un perro grande con el nombre de Quijote grabado en ambos.-
Fuera de estos detalles, no encontró nada anormal.-
Se retiró llevándose la correa del animal y el diario escrito por Allan, el padre de Leonella.-
Phillip estaba seguro que algo en claro podría sacar de allí.-
Al día siguiente, Megan seguía preocupada por los arañazos que le encontró a su nieta en la entrepierna, así, que aprovechando que la pequeña aún dormía, decidió llamarlo al doctor que la había revisado.-
El médico ya estaba al tanto, y además, tenía las muestras que le había enviado Phillip de los trozos de tela encontrados en la casa.-
Ambos acordaron que en dos o tres días tendrían las respuestas.-
Pasaron los días, y las heridas, tanto externas como internas se fueron disolviendo.-
Hellena no salió por bastante tiempo, quedándose en casa viendo televisión o probándose ropa, que era lo que más le gustaba.-
Una semana más tarde, Phillip llegó a la puerta de la casa de Megan.-
Al verlo, Hellena salió corriendo y lo estrechó en un abrazo que más que de agradecimiento, era de un profundo cariño, la pequeña estaba casi enamorada del joven y apuesto policía, aunque no lo podía expresar y ni siquiera podía entender de qué se trataba ese sentimiento.-
Phillip se sentó en un sillón y la pequeña hizo lo propio bien cerca de él, tocándolo con su cuerpo y mirándolo con dulzura.-
Megan se dio cuenta enseguida lo que estaba pasando por la cabeza de Hellena y le guiñó el ojo a Phillip.-
-¡Parece que tenemos una admiradora incondicional!- dijo Megan sonriente.-
Phillip le pasó el brazo por arriba de Hellena y la apretó contra su cuerpo, la niña explotaba de alegría y no lo disimulaba para nada.-
-¡Tengo algunas novedades del caso!- dijo Phillip.-
Tomó con la mano que le sobraba un sobre, se lo dio a Hellena y le dijo que lo abra.-
La nena extrajo un papel del interior y se lo dio.-
.¡Ciertamente las novedades son por demás de excéntricas y muy difíciles de explicar, por lo que vamos a tener que charlar e investigar mucho!- explicó Phillip.-
Hellena, que se había perdido en la mitad de la conversación por no entender de que se trataba, pidió que le expliquen.-
-¡Hay sucesos muy extraños Hellena, de los cuales tu has sido una protagonista importante, y hasta ahora no tienen explicación!- le dijo dulcemente mientras acariciaba su carita.-
-¡Que pasó!- preguntó Megan impaciente.-
Los rasguños de la entrepierna de la pequeña han sido producidas por un animal, más exactamente por un perro de grandes dimensiones!-
-¡Vieron, yo se los dije y ustedes no me creyeron!- acusó la niña.-
-¡Además, el líquido viscoso y espeso que se encontró en los trozos de tela, pertenecen a la baba de un perro grande!-
-¡Vieron....vieron!- gritó Hellena.-
-¡La tela blanca, pertenece a la media de Hellena, pero el trozo de tela negra, proviene de una especie de capa o saco largo, aunque lo increíble es que dicha tela tiene más de noventa años, y que de acuerdo a los estudios, ha estado sepultada u oculta por muchos años bajo tierra, de allí el olor profundo a humedad que tiene!-
-¡Vieron, vieron, yo lo dije!- repitió casi con enojo Hellena.-
Phillip la abrazó con más fuerza y le dio un beso en la frente.- Hellena se ruborizó y se refugió más en sus brazos.-
-¡Además, la huella encontrada en el sótano, es fresca!-
-¿Qué quiere decir fresca?- preguntó Helena.-
-¡Quiere decir que es de ahora!- le explicó Megan.-
-¡ Y le pertenece a un perro de gran tamaño!- continuó Phillip.-
-¡Vieron…..vieron, yo sabía y se los dije, pero ustedes no me creían!- se enojó la nena cruzándose de brazos y frunciendo el ceño en muestra de enojo.-
-¡Por suerte, los análisis dieron que ella no fue abusada, y no tiene muestras de semen o enfermedades!-
-¡Que es eso!- preguntó sobresaltada la niña.-
-¡Que no estás enferma!- dijo Megan.-
-¡No, no lo otro, que es! Volvió a preguntar ante la desesperación de los dos mayores al no saber como hacer para explicarle que es lo que quería decir esa palabra.-
-¡Simplemente que no tienes nada, ya lo sabrás cuando seas más grande, ahora, silencio!- la retó la abuela como manera de cambiar la conversación para otro rumbo.-
-¡Otra cosa, es que no existen indicios de cómo llegó Hellena al sótano, ni de cómo salió el agresor!- continuó relatando Phillip,
.¡Pero, aún hay más, cuando el hombre la acostó en la cama boca abajo, y se le colocó encima, indefectiblemente se tiene que haber arrodillado para poder tenerle las manos sujetas a la espalda, así, que realice un examen de donde apoyó las puntas de los zapatos, y encontré tierra.- Después de analizarla, se determinó que proviene del cementerio de local, ya que tiene una gran cantidad de salinidad por su proximidad con el mar, pero lo más increíble es que la tierra no es de la superficie, sino que viene de más profundo, como de dos o tres metros más abajo, esto se determina por el grado de humedad que hay en ella!-
Megan se levantó y sin decir nada, fue hasta el lavadero, buscó en unos estantes y regresó con los interiores blancos de la nena.-
-¡Quiero que vea esto!-
-¡Abuela, eso es mío, como se lo vas a mostrar!- se enojó Hellena.-
.¡No se cual es el problema, si tu se lo andas mostrando a todo el mundo cuando pasas en bicicleta con esas faldas tan cortas que siempre usas!- la hizo callar Megan.-
-¡Este interior!- continuó -¡lo tenía colocado el primer día que se metió en la casa cuando ustedes la encontraron entre medio de los yuyos.- No los he lavado, porque tiene algo que me hizo recordar a la historia contada por mi eterna amiga Leonella!-
Lo tomó con las dos manos, lo sacudió un poco y lo extendió sobre una mesita.-
En él, claramente se notaba la huella de un enorme animal.-
-¡Sería interesante saber si es el mismo que encontraron en el sótano!-
Phillip no salía de su asombro, así, que decidió:
-¡Me lo voy a llevar y que comparen las huellas, pero a simple vista, me parece que sí, que es el mismo perro!- respondió el policía.-
-¡Realmente, si Hellena no hace memoria de algunas cosas, o el diario que encontré de Allan, el padre de Leonella, no aclara algunos puntos, este caso va a pasar a la historia por lo extraño y complejo, y entiendo que lo único que lograremos es incentivar aún más el folclore del lugar con historias y mitos de leyendas!-
Dicho esto, Hellena se quedó mirándolo fijamente mostrando una cara de susto como nunca más creyó tener.-
Suavemente la niña desplazó su mano por el brazo de él y entrelazó sus pequeños dedos con los del joven policía.-
Sin decir nada recostó la cabeza en su regazo y cerró los ojos.-
La historia recién comenzaba, y amenazaba repetirse lo que años antes había vivido la amiga de su abuela.-
Todo era muy incierto y la verdad tardaría en llegar, o tal vez, nunca lo haría.-
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CAPITULO XXI:
Una anciana mujer caminaba casi a diario por aquella esquina donde desapareciera Quijote.- Su cansino andar no ocultaba que en algún momento habría pertenecido a un tipo de clase alta, probablemente de la zona.-
Nadie la conocía.-
Phillip, en su desesperada búsqueda de la verdad después de todo lo que vivió, pasaba habitualmente por esa misma esquina, y notó que ha determinada hora, la vieja mujer, caminaba por la vereda de enfrente mirando constantemente hacia allí, y que se mostraba molesta cuando veía que alguien se encontraba parado en la zona.-
También notó que sobre el piso, apoyado en la pared, todas las semanas aparecía un ramo de flores frescas, y nunca nadie supo quien era el o la responsable de colocarlo en ese justo lugar.-
Presionado por las dudas, y según las notas que pudo extraer del diario íntimo de Allan, se le ocurrió ir a visitar la Capilla de la zona.-
Sabía que el viejo cura George Hill ya había fallecido años atrás, pero, creyó conveniente hablar con el nuevo cura, tal vez el viejo George había dejado algo anotado.-
La puerta de la capilla se entreabrió y se dejó ver una cara, que parecía una caricatura.-
Philip hizo un gesto de sorpresa y se dio a conocer.-
El nuevo cura le franqueó la entrada.-
Era excesivamente flaco, bajito de no más de un metro cincuenta y cinco, la cara generaba gracia con solo verla, por demás de alargada y con gruesas cejas rematando hacia el medio de los dos ojos increíblemente celestes
La nariz grande, aguileña, con grandes orificios y las orejas cruelmente paradas, casi a noventa grados del eje de la cara.-
El cabello era largo y escaso, además tenía una entrada que unía la frente con la nuca, dejando dos pequeñas islas de pelo cayendo hacia los costados.-
Con una voz de flauta, lo invitó a pasar.-
-¡Padre, yo soy Phillip Mc.Guirre, policía del poblado, y estoy realizando una investigación de sucesos que acontecieron hace muchos años, y que por estos días han tomado relevancia!-
-¡Ya sé!- dijo el cura impertérrito
-¡Leonella y su perro, que fastidio!- acotó bajando la mirada hacia el piso.-
-¿Cómo es que sabe, si yo no tenía intenciones de venir?- preguntó sorprendido el policía.-
-¡Hay muchas cosas que usted desconoce y que yo tengo la desgracia de saber y me imagino que ante la urgencia de su visita, voy a tener que explayarme con puntos y comas todo los secretos.- Pero, pensándolo bien, será mejor así, ya que de esta manera, quien va a quedarse sin dormir va a ser usted, al fin me voy a quitar este peso de encima ¡- resopló el cura.-
El joven policía tenía fruncido el ceño mientras lo miraba con curiosidad.-
Los ojos entrecerrados y desconcertados estaban dirigidos a un cura que parecía salido de una revista cómica.-
El cura John Hutkinson, giró sobre sí mismo y se dirigió rápidamente hacia un mueble dentro de su habitación.-
Era de madera bastante oscura, de tonalidades irregulares, tenía seis cajones grandes colocados de a tres por lado, y la tapa superior era de un fino mármol, visiblemente quebrado en el medio.-
-¡Fue lo único que se salvó del incendio!- acotó el cura sin que nadie le preguntase.-
-¡Lástima que los cajones se desencajaron y son difíciles de abrir!- volvió a comentar.-
Cada cajón contaba con dos manijas en forma de esferas finamente talladas.-
Con las dos manos, tomó las manijas del cajón superior izquierdo, y como queriendo hacer una enorme fuerza para poder abrirlo, se acomodó con los dos pies uno adelante del otro, tiró hacia fuera, y ante la sorpresa del propio cura, el cajón se deslizó suavemente como si tuviera rueditas.-
Se paró derecho, y con una mano, suavemente lo volvió a cerrar, haciendo lo mismo, lentamente lo abrió con una suavidad inusitada.-
-¡Ha de ser el tiempo, seguramente hoy no hay humedad!- exclamó con sorpresa.-
Introdujo una mano en el cajón y sacó una gran cantidad de papeles todos atados con hilo.-
Los desparramó sobre la mesa, y separó uno en particular, era un mapa.-
-¿Alguna vez ha observado el mapa de nuestra isla?- preguntó el cura.-
-¡A decir verdad, casi ni lo he observado.- ¿Pero que tiene eso que ver en el tema?- preguntó el incrédulo Phillip.-
-¡Siempre hemos creído que nuestro poblado se encuentra al norte de Londres, pero en realidad, estamos hacia el este, al lado del Mar del Norte, y aún más, nuestro poblado no existe como tal en ningún mapa que usted pueda comprar fuera de aquí, solo figura en los que han sido impresos dentro de nuestra comunidad.- explicó el cura.-
-¡Sigo sin entender!- se lamentó el policía.-
-¿A notado que a los comercios del pueblo no llegan abastecimientos desde afuera, sino que los propios comerciantes son los que van a comprar sus productos, y ellos mismos los traen?-
-¡Ahora que lo menciona, es verdad, nunca he visto camiones o viajantes de afuera que vengan con mercadería!- replicó el policía mientras se rascaba la barbilla.-
-¡Aún así, sigo sin entender el nexo entre esta situación y la historia de esta familia!-
-¡Hace algunos cientos de años, tal vez, más de mil, esta zona era la preferida para pasear por la alta burguesía monárquica, ya que de toda la costa de Inglaterra, este sector tiene las playas más bonitas y los parques más interesantes!.- comenzó a explicar lentamente el cura.-
Y continuó….
-¡Un día, en pleno invierno, una mañana transparente y luminosa, un carruaje transitaba por los senderos que bordean la con orilla del mar.-
Dentro de él, cinco hermosas doncellas, de entre doce y diecinueve años de edad, paseaban totalmente despreocupadas.-
Debido al frío, las ventanas del coche, se hallaban cubiertas por una tela que trataba infructuosamente de impedir que el gélido viento haga temblar a las niñas.-
El único acompañante, era el cochero, quien iba sentado afuera, completamente ajeno a las risas y comentarios que las chicas efectuaban.-
La zona estaba poblada por algunos lugareños que dentro de su gran pobreza, habían acuñado un profundo odio hacia esa clase burguesa inalcanzable y casi incomprensible para esas mentes elementales.-
En determinado momento, el carruaje se detuvo bruscamente.-
Desde adentro, las pequeñas mujeres escucharon un ruido seco y un movimiento importante de todo el carro de lado a lado.-
Afuera eran notables las voces de diez o doce muchachos-
Cuando uno de ellos, corrió una de las cortinas y gritó.-
-¡Hey, miren lo que encontramos, nos ganamos el premio principal!-
Entonces, todas se miraron e intuyeron lo peor, aunque nunca se imaginarían la pesadilla que estaban por vivir.-
Una a una fue bajada del coche con reverencias y gran cantidad de bromas por parte de los muchachos.-
Cuando todas habían descendido, pudieron ver, al costado del camino el cuerpo inerte del cochero que ya estaba sin vida.-
Trataron de taparse los ojos para no ver esa escena, y algunas comenzaron a llorar.-
Luego, comenzó en verdadero calvario.-
Las llevaron hasta los árboles más cercanos y una a una, fue manoseada, violada y lastimada por cada uno de los agresores.-
Antes de retirarse, fueron despojadas de casi todas sus ropas quedando allí, atadas, lastimadas y a merced del frío!- relató el cura.-
-¡Pero todo esto no terminó allí!- continuó su relato.-
-¡A la más joven, que recién cumplía doce años, uno de los muchachos la puso de pié y la ató firmemente a uno de los árboles luego extrajo una gran cuchilla de entre sus harapos, le colocó la punta directamente sobre su hombro derecho, y con la otra mano, a modo de martillo, golpeó el mango atravesándole de lado a lado, al punto de dejarla directamente clavada en el tronco.-
La pequeña lanzó un grito al aire y enseguida, producto del intenso dolor se desmayó.-
Todas quedaron atadas, lastimadas y sin ropas.-
Los agresores se llevaron todas las cosas de valor y se fueron gritando y riéndose por la hazaña cometida.-
La noche comenzó a caer y el frío se intensificó.-
-¡Es terrible, pero en ninguna parte de la historia de nuestro poblado está ese relato!- acotó Phillip.-
-¡Es verdad, pero se ocultó por lo trágico de la situación, y para salvaguardar los nombres de aquellas mujeres, porque, como se supo después, eran hijas de importantísimos líderes políticos de la época.-
Solo se conoce la historia por el relato de boca en boca a lo largo de los años!- sentenció el cura.-
-¡Pero, la situación continuó, luego de los hechos, una gran tormenta de nieve, acompañada de una fuerte ventisca, golpeó la zona, helando los cuerpos de las cinco chicas, provocándoles la muerte inmediatamente.-
Cuando fueron encontradas estaban totalmente congeladas, a tal punto, que al desatarlas, algunas de ellas, se quebraron en varias partes.-
Cuenta la historia, que uno de los padres, el de la más pequeña, al no poder encontrar a los asesinos, entendió que el martirio no había llegado a su fin, y que las almas de las chicas vagarían eternamente, entonces maldijo la zona.-
Agobiado por el dolor que le provocaba las muertes de las chicas, gritó a los cuatro vientos, que en cada tormenta de nieve y en cada ventisca que azotara la región, un ser vivo, debería entregar su alma para que les sirva de compañía a su hija y a las amigas.-
Y así, todos los años, invariablemente durante alguna ventisca o tormenta de nieve, si alguien queda atrapado en ella, es muy probable que desaparezca.-
Y también, es altamente probable, que su alma, junto a las de las chicas, vague por nuestro poblado y que de tanto en tanto, se deje escuchar o, tal vez, solo tal vez......hasta se deje ver, también cuenta la historia, que en cada generación, debe nacer una niña que en el hueso de su hombro derecho deberá tener la profunda marca que el agresor le hizo a su hija, y que a lo largo del tiempo, servirá de nexo entre la realidad y la maldición de cada uno de los pobladores!- Terminó de relatar el cura, quien mirando al piso, y con un gesto desagradable de profundo cansancio, se sentó pesadamente al borde de su cama.-
El joven policía miró al techo, respiró profundo y susurró:
-¡No es muy creíble que digamos, aunque la historia sea por demás de interesante, pero de todos modos, no creo que nos azoten recuerdos fantasmales de almas en pena!- sugirió Phillip.-
-¡No sé, lo único que le puedo decir, es que desde ese entonces, Glew no figura en los mapas, y es evitado por cualquier foráneo-
Solo ha crecido demográficamente gracias a los hijos de los pobladores que nunca se fueron, y si alguna vez lo hicieron, luego regresaron al lugar que estaban convencidos, sería su hogar de por vida.-
Tanto es así, que la ruta que nos une con Londres, nace allí y muere en nuestro pueblo, como si de esa forma, cada viajante desprevenido, quedara alertado que el único destino que tiene ese camino es éste.-
Si se fija bien, notará que no hay caminos lindantes ni uniones con otras zonas ni campos.-
Solo podemos llegar hasta la gran ciudad y volver.-
Es la vida de nuestra gente, y así lo han entendido todos quienes de alguna manera nos hemos quedado aquí.-
Otros, no soportaron la idea tener que convivir con la historia de una maldición, y ante la duda de que en algún momento les pueda tocar a ellos o a algún familiar, se han ido a vivir a Londres, tal es el caso del desaparecido doctor Woodford!- remató el cura John.-
El silencio se podía cortar con un cuchillo.-
Era denso y estaba lleno de incredulidad, pero por otro lado, el relato y los sucesos que había vivido Hellena, que por ser una niña pequeña, Phillip no podía creer que fueran mentiras ni que hubiera tenido forma de enterarse de la maldición, ni mucho menos de los nombres de algunos personajes.-
El problema había comenzado a tomar consistencia, y aunque se tratara de algo sobrenatural, por lo menos, se comenzaba a entender, y eso llevó al joven policía a querer enterarse de más historias.-
La noche había ganado el poblado, la pesada puerta de la capilla se cerraba con ruido sordo detrás de Phillip y un fuerte viento frío le sopló en la cara....ninguna hoja se movía el viento ..........era solo para él.-
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