Entrados en el siglo 21, y con muchos problemas que preocuparon a la humanidad ya resueltos, todavía es inconcebible que la mente, a veces, nos juegue en contra.-
Gracias a insomnes científicos desperdigados por los más recónditos lugares de nuestro planeta, podemos conocer algunos de los insondables secretos con los que nuestro cerebro nos obliga a jugar todos los días.-
Es innecesario explicar que solo podemos escrudiñar una pequeña porción de él y esa porción, es solamente aquella que nos permite ejercer actividades motoras, como caminar, hablar, llorar, amar, y hasta en cierto modo, pensar.-
Pero, en lo más profundo, sigue sepultado nuestra más preciada pertenencia….el espíritu humano.-
Aquel que en determinadas ocasiones nos diferencia de las demás especies que merodean el globo.-
O tal vez, aquel, que muchas más veces de las deseadas, nos acerca demasiado peligrosamente a representar sus instintos más bajos y perversos y que aún no hemos podido descifrar convenientemente.-
“La mente nos ha jugado una mala pasada” es la frase más conocida para determinar la circunstancia menos conocida con la cual el ser humano debe enfrentarse.-
Somos tiernos, amantes, calculadores, frescos o sombríos.-
Somos soberbios, inquietos y hasta pedantes e insoportables.-
Tal vez cariñosos o definitivamente malos.-
Somos todo lo que queremos ser.-
Y esto está bien, mientras lo mantengamos controlado.-
Cada uno es dueño de vivir su propia vida y sus experiencias más personales, sean buenas, o malas.-
Aunque acá, conviene detenernos un poco….
¡Que está bien y qué está mal!-
Quien dicta las reglas y como se aplican en los distintos estratos sociales.-
Entre los animales, no se diferencia la posibilidad de relacionarse entre padres e hijos, ya que cualquier circunstancia de esas características, sobreviene en una gran ventaja para entender el hecho de preservar la especie.-
Las jerarquías en las especies inferiores, permiten alimentarse primero, a los líderes del grupo, que son, a la palestra, quienes van a guiar la suerte de todos los demás.- Nadie lo pone en duda.-
A simple vista, esta clase inferior, no debería tener espíritu, y sin embargo, demuestran en cada acto que es exactamente lo que les sobra.-
Cazan dejando todo de sí para lograr la presa que les permita la subsistencia suya y de sus crías.-
Cuidan de ellas como si fueran lo último que pudieran hacer.-
En cambio, con el nacimiento de la humanidad y el desarrollo del humano como raza superior, nació también la desesperanza y el desánimo, trayendo aparejado que nuestros espíritus sean corrompidos por hechos circunstanciales y que nos sirvan como excusa para quedar bien o mal con nuestro prójimo.-
Pero, lo más trágico, es que con el devenir de los años, el espíritu se comenzó a confundir con la razón, iniciándonos en una serie de actos confusos que de ninguna manera son normales, e impactan en nuestra vida y en la de los demás en forma generalmente negativa.-
Hasta el día de hoy, y muy a pesar de los grandes enunciados que psicólogos han vociferado en pos de resolver intrincados problemas sociales, muchos de esos actos escapan del razonamiento normal de cualquier ser humano, rayando con una actividad psicológica alterada, muy difícil de predecir y mucho menos aún de pronosticar.-
Pero, es, tal vez la peor de las consecuencias, cuando ese espíritu indomable y fuera de toda razón, se interna en los vericuetos de una vida que está más allá de lo normal, dando un gran salto hacia un camino paralelo, fuera de los cánones establecidos de una sociedad homogénea.-
Tal vez, sea la famosa diferencia que define la regla, pero, es, en definitiva, un camino que la gran mayoría de los mortales trata de no tomar nunca, porque se conoce el principio pero nunca el final.-
Es el patético caso de nuestra protagonista, quien afirma haber visto y participado de un acto más allá del entendimiento, sumiéndola en un estado casi catatónico, cuando todos a su alrededor confían en que se trata de una travesura o de una mala jugada de la mente, que se debe sanar con tratamiento sicológico, consejos y tal vez, medicamentos.-
¡Estarán todos preparados para entrar en el submundo de la mente y descubrir que algunas veces, el espíritu traspasa ciertas fronteras de las que se hace muy difícil regresar?
La suerte está echada.-
El camino es solo hacia adelante no existe retorno ni descansos.- Solo aquello que nuestra mente nunca desearía haber vivido.-